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domingo, 8 de febrero de 2015

Lydia Davis - Cuentos breves




Un hombre de su pasado
Creo que Madre coquetea con un hombre de su pasado que no es Padre. Me digo: ¡Madre no debería tener relaciones impropias con este hombre Franz! “Franz” es europeo. ¡Digo que ella no debería ver a este hombre impropiamente mientras Padre está lejos! Pero confundo una antigua realidad con una nueva: Padre no regresará a casa. Él se quedará en Vernon Hall. En cuanto a Madre, tiene noventa y cuatro años. ¿Cómo pueden existir relaciones impropias con una mujer de noventa y cuatro? Sin embargo, mi confusión es la siguiente: aunque su cuerpo es viejo, su capacidad para la traición aun se mantiene joven y saludable.
De Varieties of Disturbance (2007).

El perro y yo
Una hormiga también puede mirarte desde abajo, incluso amenazarte con sus patas. Por supuesto mi perro no sabe que soy un humano, él me ve como un perro, aunque yo no salte la cerca. Soy un perro fuerte. Pero yo no camino con el hocico abierto de par en par cuando salgo a dar un paseo. Ni siquiera en un día caluroso dejo que me cuelgue la lengua. Pero si le ladro ¡No! ¡No!
De Varieties of Disturbance (2007).

Culta
No sé si puedo seguir siendo su amiga. Lo he pensado una y otra vez, ella nunca sabrá cuanto. Le di una última oportunidad. Después de un año, la llamé. Pero no me gustó el rumbo que tomó la conversación. El problema es que ella no es muy culta. Quizás debería decir que no lo suficiente como para mí. Tiene casi cincuenta años y, hasta donde veo, no es más culta de lo que era hace veinte años cuando la conocí y hablamos sobre todo de hombres. En ese entonces no me importó lo poco culta que fuera, quizás porque yo tampoco lo era tanto. Creo que ahora yo soy más culta, y ciertamente más que ella, aunque reconozco que no es muy culto decir eso. Pero deseo decirlo, así que estoy dispuesta a aplazar seguir cultivándome, de manera que aun pueda decir un par de cosas acerca de mi amiga.
De Varieties of Disturbance (2007).

El concurso del buen gusto
Un marido y su mujer competían en un Concurso de Buen Gusto cuyo jurado presidían algunos de sus colegas, hombres y mujeres de buen gusto entre los que se encontraban un diseñador industrial, un distribuidor de libros raros, un pastelero y un bibliotecario. Juzgaron que la mujer tenía mejor gusto en muebles, especialmente en muebles antiguos. El esposo por lo general tenía mal gusto en accesorios de iluminación, vajilla y cristalería. El gusto de la mujer era indiferente en cuanto a cortinas, pero tanto el marido como la mujer tenían buen gusto en protectores de piso, ropa de cama, toallas y electrodomésticos. Consideraron que el marido poseía buen gusto tanto en comida como en bebidas alcohólicas, mientras que la esposa, inconsistentemente, pasaba del mal al buen gusto en comida. En ropa, el marido tenía mejor gusto que la mujer, aunque un gusto inconsistente en perfumes y colonias. Juzgaron que, mientras que tanto el marido como la mujer tenían un gusto no más que aceptable en diseño de jardines, tenían buen gusto en una buena cantidad y variedad de encinas. Consideraron que el marido tenía buen gusto en rosas pero mal gusto en bulbos.  Consideraron que la mujer tenía mejor gusto en bulbos y por lo general buen gusto en plantas de interior con excepción de las hostas. Consideraron que el gusto del marido era bueno en muebles de jardín pero solo aceptable en plantas ornamentales. Juzgaron que el gusto de la mujer era consistentemente pobre en estatuas de jardín. Tras una breve discusión, el jurado dio como ganador al marido por su puntuación general más alta.
 De Varieties of Disturbance (2007).




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