Llego del trabajo y hay un mensaje de él: no va a venir,
está ocupado. Volverá a llamar. Espero para escucharlo de él, luego a las nueve
en punto voy a donde vive, encuentro su carro pero él no está en casa. Toco la
puerta de su departamento y luego la puerta de todas las cocheras, sin saber cuál
es la suya: tampoco hay respuesta. Escribo una nota, la releo, escribo una
nueva y la pego en su puerta. En casa estoy inquieta, y todo lo que puedo
hacer, aunque tengo mucho que hacer, ya que salgo de viaje en la mañana, es
tocar el piano. A las diez y veinticinco llamo de nuevo y está en casa: fue al
cine con su ex-novia, ella aún está ahí. Dice que me llamará luego. Espero. Finalmente
me siento y escribo en mi diario que cuando llame entonces vendrá a verme o no
vendrá y me enojaré, así que lo tendré a él o a mi propia ira, y puede que esto
esté muy bien, ya que la ira es siempre un gran consuelo, como lo descubrí con
mi marido. Luego continúo escribiendo, en tercera persona y tiempo pasado, que
claramente ella siempre necesitaba tener un amor, inclusive si era uno
complicado. Él llama antes de que yo tenga tiempo de escribir todo esto. Cuando
llama son un poco más de las once y media. Discutimos casi hasta las doce. Todo
lo que dice es una contradicción: por ejemplo, dice que no quería verme porque
quería trabajar y más que eso porque quería estar solo, pero no ha estado
trabajando ni ha estado solo. No hay manera de que resuelva todas sus
contradicciones, y cuando esta conversación empieza a sonar como tantas de las
que tenía con mi marido digo adiós y cuelgo. Termino de escribir lo que había empezado,
aunque a estas alturas ya no parece verdad que la ira es un gran consuelo.
Cinco minutos después vuelvo a llamarlo para decirle que
siento toda esta discusión y que lo amo, pero no hay respuesta. Llamo otra vez luego
de cinco minutos, pensando que puede que haya ido a la cochera y regresado,
pero tampoco hay respuesta esta vez. Otra vez pienso en ir hasta donde vive y
buscarlo en su cochera para ver si está trabajando, porque allí tiene su
escritorio y sus libros y es a donde va cuando quiere leer y escribir. Estoy en
camisón, son más de las doce y en la mañana debo salir a las cinco. Aun así, me
visto y conduzco la milla y algo más que hay hasta su casa. Tengo miedo de
llegar y ver frente a su casa autos que no he visto antes y que uno de ellos
sea de su ex-novia. Cuando llego a la entrada veo dos autos que antes no
estaban ahí, y uno de ellos está estacionado lo más cerca posible de su puerta
y pienso que ella está ahí. Rodeo el pequeño edificio hasta la parte trasera
donde está su departamento y miro la ventana: la luz está encendida pero no
puedo ver nada con claridad porque las persianas están cerradas a medias y las
lunas están empañadas. Pero las cosas dentro de la habitación no están como en
la tarde, antes de que se empañaran las lunas. Abro la puerta mosquitera y
toco. Espero. No hay respuesta. Dejo que la mosquitera se cierre de golpe y voy
a revisar la hilera de los estacionamientos. Ahora la puerta se abre detrás de mí
mientras salgo y entonces él sale. No lo puedo ver muy bien por la oscuridad
del estrecho callejón detrás de su puerta y por la ropa oscura que lleva y la
luz que hay detrás de él. Se acerca a mí y me estrecha entre sus brazos sin
hablar y creo que no lo hace no a causa de lo que está sintiendo sino porque
está pensando en lo que dirá. Me suelta y camina a mi alrededor y frente a mí
hasta donde están estacionados los autos frente a las puertas de las cocheras.
Al salir dice “Mira” y mi nombre, y yo espero que él diga
que ella está allí y también que todo se ha terminado entre nosotros. Pero no
lo hace y tengo el presentimiento de que tenía la intención de decir algo así,
al menos decir que ella estaba allí y que luego, por alguna razón, cambió de
parecer. En lugar de eso, dice que todo lo malo que ha pasado esta noche es su
culpa y que lo siente. Se queda de pie, recostado contra la puerta de una
cochera y el rostro bajo la luz y yo me quedo frente a él, de espaldas a la
luz. En cierto momento me abraza tan repentinamente que la brasa de mi cigarrillo
cae contra la puerta de la cochera detrás de él. Sé porque estamos acá afuera y
no en su habitación, pero no se lo pregunto hasta que todo esté bien entre
nosotros. Luego dice: “Ella no estaba aquí cuando te llamé. Regresó después”. Dice
que la única razón por la ella que está allí es que tiene un problema y él es
la única persona con la que puede hablar acerca de ello. Luego dice “¿No lo
entiendes? ¿No?”.
Trato de entenderlo.
Así que se fueron al cine y luego regresaron a su casa y luego
llamé y luego ella se fue y él me llamó y discutimos y luego llamé dos veces
pero él salió por una cerveza (eso dice) y luego vine y mientras tanto él
regresó de comprar la cerveza y ella también regresó y estaba en la habitación
y por eso hablábamos frente a la puerta de la cochera. Pero ¿Cuál es la verdad?
¿En realidad pudieron ambos regresar en el breve intervalo entre mi última
llamada y mi llegada a su casa? ¿O la verdad es que mientras hablaba por
teléfono conmigo ella esperaba afuera o en su cochera o en su auto y que luego
la volvió a traer y que cuando el teléfono timbró con mi segunda y tercera
llamada él lo dejó sonar sin responder, porque estaba harto de mí y de nuestra
discusión? ¿O la verdad es que ella sí se fue y volvió después pero él se quedó
y dejó que el teléfono timbrara sin contestar? ¿O tal vez la hizo pasar y luego
salió por la cerveza mientras ella esperaba allí y escuchaba timbrar el
teléfono? Esta última es la menos probable. De cualquier forma no creo que haya
ido por una cerveza.
El hecho de que no me diga la verdad todo el tiempo me hace
dudar de su verdad en ocasiones, y entonces me esfuerzo por descubrir por mi
cuenta si me está diciendo la verdad o no, y a veces descubro que no es la
verdad y a veces no lo sé y nunca lo sabré, y a veces solo porque me lo dice
una y otra vez me convenzo de que es la verdad porque no creo que repetiría
tantas veces una mentira. Quizás la verdad no importe, pero quiero saberla si
solo de esa manera puedo responder ciertas preguntas, como saber si está
enojado conmigo o no; y si lo está, entonces qué tan enojado, si aún me ama o
no; y si me ama, entonces cuanto, qué tan capaz es de engañarme en el momento y
después del momento de decírmelo.
De Break it down (1986)
De Break it down (1986)
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