EL UNICORNIO EN EL
JARDÍN
Había
una vez un hombre que, en una mañana soleada, estaba sentado en el comedor de
diario desayunando. Cuando levantó la vista del plato de huevos revueltos, vio
en el jardín a un unicornio blanco, con un cuerno dorado, que estaba comiendo
rosas. El hombre subió al dormitorio donde su mujer seguía dormida y la
despertó. «Hay un unicornio en el jardín -le dijo-. Está comiendo rosas.» Ella
abrió un ojo con cara de pocos amigos y lo miró. «El unicornio es un animal
fantástico», le dijo su mujer y le dio la espalda. El hombre bajó las escaleras
despacio y salió al jardín. El unicornio seguía allí; curioseaba entre los
tulipanes. «Ten, unicornio», dijo el hombre; cortó un lirio y se lo dio. El
unicornio se lo comió con aire solemne. Con el corazón brincándole dentro del pecho,
porque había un unicornio en su jardín, el hombre subió las escaleras y volvió
a despertar a su mujer. «El unicornio -le dijo-, se ha comido un lirio.» Su
mujer se sentó en la cama y lo miró con ojos fríos. «Estás como una cabra-le
dijo-, tendré que hacer que te encierren en una casa de locos.» El hombre, al
que nunca le habían gustado las expresiones «estar como una cabra» y «casa de
locos», y al que ahora le gustaban todavía menos, en esa mañana luminosa en la
que había un unicornio en el jardín, se quedó pensando un momento y le
contestó: «Ya lo veremos.» Fue hasta la puerta y añadió: «Tiene un cuerno
dorado en mitad de la frente.» Y regresó al jardín a contemplar al unicornio,
pero el unicornio había desaparecido. El hombre se sentó entre los rosales y se
durmió.
En
cuanto el marido salió de la casa, la mujer se levantó y se vistió a toda
prisa. Estaba muy entusiasmada y una mirada de regodeo le iluminaba la cara.
Llamó a la policía y llamó a un psiquiatra; les pidió que fueran a toda prisa a
su casa y que llevaran una camisa de fuerza. Cuando los agentes de policía y el
psiquiatra llegaron, se sentaron en las butacas y la miraron con gran interés.
«Esta mañana-dijo ella-, mi marido ha visto un unicornio.» Los policías miraron
al psiquiatra y el psiquiatra miró a los policías. «Me dijo que se había comido
un lirio», comentó la mujer. El psiquiatra miró a los policías y los policías
miraron al psiquiatra. «Me dijo que tenía un cuerno dorado en mitad de la
frente», dijo ella. Cuando el psiquiatra hizo una señal solemne, los policías
se levantaron de un salto de las butacas y agarraron a la mujer. Les costó
mucho someterla, porque se defendió con uñas y dientes, pero al final consiguieron
inmovilizarla. Cuando le estaban poniendo la camisa de fuerza, entró el marido.
«
¿Le dijo usted a su mujer que había visto un unicornio?», preguntó uno de los
policías. «Claro que no-contestó el marido-. El unicornio es un animal
fantástico.» «Es cuanto quería saber-intervino el psiquiatra-. Llévensela. Lo
lamento, señor, pero su mujer está como un cencerro.»Cuando se la llevaron para
encerrarla en un manicomio, la mujer no paraba de gritar y maldecir. Y desde
entonces el marido vivió feliz para siempre.
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